MEDIODÍA EN PASSEIG DE GRÀCIA Barcelona
Paseando por la ciudad condal en dirección a Portal de l´ Àngel por una de sus avenidas más amplias y conocidas. En su día fue llamada el camino de Jesús, al pasar justo delante de un convento fundado en 1427 por los frailes franciscanos. Ese camino rural entre pueblos es en la actualidad un gran paseo. Allí discurren durante el día una gran multitud de personas entre preciosos edificios modernistas, amplios escaparates de tiendas de lujo, joyerías, hoteles, cafeterías, diferentes jardines con fuentes, calles amplias que se atraviesan y llevan a otras más estrechas. Y también sombras, muchas sombras como las que dibujan cada una de los enormes plataneros alineados uno detrás de otro en sus ínfimos espacios cuadrados. A todo esto, una actividad frenética que no parece acabarse nunca, coches, gentes, ruido,...etc.
El semáforo de transeúntes cambia del verde al rojo y durante unos momentos las piernas se paran en ese pequeño peldaño que delimita acera y calzada. Aparecen unas líneas blancas horizontales pintadas en el arcén que hacen dirigir la mirada hacia todas esas personas de la acera de enfrente. Entre medio nos separa un rio de formas fugaces de lo que parecen ser coches, motos, autobuses, taxis. Todos esos objetos van tan rápido que se transforman en flashes de luz pero de alguna manera no impiden ver lo que va pasando al otro lado de la vía. En esta intersección de la calle, todo objeto o cuerpo cambia de forma según la velocidad que toma en este espacio...
Un chicho joven aprovecha para revisar su cartera y la chica de al lado, mira uno de esos grandes escaparates de lujo. Mientras, detrás de ellos hay una pareja cogida fuertemente de la mano. A su lado derecho, un hombre bien vestido se remanga la elegante americana gris para mirar rápidamente su reloj color plata. Levanta la mirada que parece dirigirse a la de un joven indigente con un cachorro. Creo que mira a ese animalito postrado en ese pequeño trozo de cartón en plena calle, tan rebosante de vida a pesar de estar tan delgado. No sé si diría que tiene la mirada puesta en él o perdida en el infinito, tal vez esté pensando si llega a tiempo, o puede que en su perro, si es que lo tiene o lo tuvo alguna vez, o a lo mejor pensando en algo que le ha hecho recordar, o en nada tal vez, quien sabe...
Entretanto, esos edificios tridimensionales se elevan por encima de nosotros como maquetas gigantes y arrebatadoras. Allí arriba de la fachada, destaca una esbelta cúpula con una enorme escultura de un niño alzando la mano encima de un ave fénix. Aquí delante sigue todo igual, todos juntos, unos frente a otros en este paso de cebra. Por un momento, desaparece cualquier tipo de pensamiento sobre esto y aparece esa imagen como congelada, el universo ahí contenido. Una escena grandiosa en movimiento rodeada de espacio. No hay nada más que eso...
...Y verde! de repente todas esas figuras tan quietas se mueven, pasan y se acercan hacia aquí, igual de rápido que todas esas líneas blancas pintadas de la calle. Esas caras, objetos, árboles, se van viendo más cerca hasta que se alejan y desaparecen...Todo ese movimiento incesante se dirige hacia todas las direcciones posibles pero empieza y acaba aquí, donde no hay ningún rastro de centro individual, sino un atisbo claro de lo que es todo esto. Un espacio sensible y atento que se va conociendo a través de cada aparición.
Si es que todo esto responde a algo, es a una creciente curiosidad por saber más de todo lo que sucede aquí. De repente, empiezas a ver cosas que nunca habías visto, sonidos que no escuchabas, sensaciones que no vivías... No es que no estuvieran allí, es más bien que hay algo que se abre majestuosamente para sentirlo desde aquí, y de qué manera....
En el medio mismo de esta ciudad todo aparece y desaparece, estas sensaciones del cuerpo y los demás bancos, paisajes, ruidos, personas, emociones, palomas, calles, semáforos, pensamientos...mas hay algo que permanece desde el mismo núcleo de la experiencia.
