CRUZANDO LA GRAN MANZANA Nueva York

Este Taxi sale de Bet-Stuy, un vivo y colorido barrio en medio de brocklyn.Están empezando a caer cuatro gotas y la ciudad se llena del transito propio de estas horas. Esto hace que el coche este casi parado en medio de un atasco cruzando East River por el puente de Brooklyn. A medio camino hacía el centro la lluvia arrecia pero esto aún no impide ver las impresionantes vistas de la lluvia cayendo sobre el caudal del río. Es su segundo día en NY, y no va a poder llegar a tiempo a una sesión de jazz en una de esas galerías de arte vanguardista que inauguran en South Village, en el conocido barrio del Soho. A cambio de no poder llegar, tal vez lo mejor sea no lamentarse y poder disfrutar de las vistas desde el interior del coche.

Este coche amarillo y negro entra de lleno en la isla de Manhattan con todas sus aceras, bares y restaurantes, bibliotecas, locales de todo tipo, gentes de muchas culturas diferentes. Todo observado desde el lento movimiento del coche. Ya está empezando a anochecer y ésto unido a la lluvia dificulta todas esas inesperadas nuevas visiones. Cada vez empaña más el cristal y lo esculpe de innumerables gotas de agua que bajan y bajan sin parar.

Todo se vuelve demasiado difuso y es difícil poder fijarse en algo concreto, pero en vez de desistir todos los sentidos se agudizan dirigidos ahora a través de la vista. Los ojos se van abriendo como los de un niño que está viendo todo ese mundo nuevo y desconocido por primera vez. Así que, su cabeza se va moviendo hacía los lados, hacia atrás rápido, ahora hacia arriba para contemplar esos rascacielos tan altos que no alcanza a ver, tiendas deformadas por el cristal, gentes difuminadas por la lluvia…Todo cada vez más subjetivo. A pesar de que sus pupilas están diseñadas para captar las más bellas imágenes estas no acaban de conformarse en el cerebro. En vista del poco éxito y el cansancio, la mirada se dirige entonces hacia el único sitio que faltaba, hacia abajo…

Esa carretera está ahora repleta de charcos y las gotas de lluvia van cayendo en ellos, salpicados también por las ruedas de este y todos los demás coches, por los pasos de los viajantes que chapotean una y otra vez creando una explosión de partículas infinitas en suspensión. Es difícil decir ahora en que se ha convertido esta carretera… Ahí, en todo ese caos de movimiento acuático, esa agua refleja y apunta hacia todas esas luces de faros, rótulos, semáforos, farolas, escaparates.. todas desenfocadas, difumadas y etéras, brillantes, intensas, llenas de matices, cálidas y frías, que se encienden y se apagan como si fuese uno de esos grandes espectáculos que se celebran por aquí, en broadway. Destellos que se abren en el cristal como si este fuera un lienzo transparente, tomando formas discontinuas de círculos que se abren y vuelven a cerrar para volverse a abrir en formas totalmente nuevas.

El taxista afroamericano con un turbante rojo le dice algo rápido que no alcanza a entender, algo sobre el tiempo cree escuchar, pero está demasiado absorto en intentar dilucidar lo que va pasando fuera como para prestar atención a eso ahora. Esta totalmente atrapado y fascinado por toda esa acción interminable que está ocurriendo…

Ahora, intentar captar a través de la vista toda esos objetos que se van sucediendo tan rápido, es como intentar atrapar y retener todas y cada una de esas gotas que explosionan contra el asfalto. Esa ciudad y todas esas calles se han diluido en lluvia y convertido en luz, color y formas, que son imposibles de conformar a través del cristal de la mente. Ahora, aquí dentro, podría estar en cualquier taxi del mundo y seria lo mismo, en Oslo, Sao Paulo o Buenos Aires. Ha desaparecido la noción de ciudad, taxi, calle, gentes. Todo ello son como gotas de agua que mientras caen se diluyen en este especie de vasto océano de conciencia. Lo único que hay es conciencia, sensible, inocente y curiosa. Cada gota dinamita todos los sentidos para convertirlos en puro sentir brillante y total.

Más allá de lo que hubiera previsto esa tarde, no podría jamás haber podido imaginar semejante disfrute, puro espectáculo de luz y color, inesperado e improvisado, sorprendente y fascinante, pero lo mas increíble de todo, tremendamente simple, natural y ordinario.

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