#EN QUÉ ESTABA PENSANDO
Dedicar tiempo a ser conscientes de nuestros patrones mentales es cómo saber diagnosticar una enfermedad antes de ponerse en tratamiento. Es vital discernir que tipo de pensamientos son nocivos y tóxicos y nos están llevando de cabeza al sufrimiento. Los patrones repetitivos, las creencias y condicionamientos pueden sonar algo abstracto, de ahí la importancia de observar directamente cada uno de esos pensamientos, uno a uno, y ver que nos están diciendo...
Podemos observar cómo cada uno de ellos nos está hablando de nuestra mente, aunque nos lo va ir dando a sorbos, cómo un buen vino que hay que ir saboreando. Así que, sólo si hay verdadero interés por estar con ellos el tiempo que sea necesario y conocer todos sus sutiles matices determinara el resultado. Hay que darle tiempo para se dejen conocer, que nos hablen por boca de cada uno de sus imágenes mentales, de sus preocupaciones pasadas y esperanzas futura, del contenido abstracto,...
Sólo podemos ser conscientes y desapegarnos de toda esa parte personal para dejar que todo se vaya desplegando de manera natural. Si no tenemos ningún interés en poner todo de nuestra parte, al no haber termino intermedio, ahí se acabara todo. Por el contrario, si hacemos de eso algo obsesivo para obtener un resultado rápido, se convertirá en una fijación mental. Es tan simple como aprender a relajarnos y ser conscientes de esos pensamientos para poder desapegarnos de ellos. Si hay una cierta ansiedad, les estamos dando impulso de una manera inconsciente.
El pensamiento es el único elemento en la experiencia capaz de alejarnos del momento presente y por lo tanto, de sentir plenamente del lugar donde tiene lugar la vida. Es también el responsable de crear nuestro pequeño mundo de la separación. De esta exclusiva identificación con creer ser únicamente un individuo separado, nacen todos los problemas que conllevan el hecho de sentirse comprimido en un cuerpo, limitado por una mente y separado del entorno, de los demás, la naturaleza y el mundo, del resto de objetos.
Todo y así, los pensamientos son energía que forman parte del momento presente y aprovecharla al máximo es lo más inteligente que podemos hacer. La parte mental no sólo es necesaria sino imprescindible. Sin embargo, una simple comprensión más profunda nos acerca a la experiencia viva del presente sin todas estas fuertes creencias, donde cada pensamiento tiene su momento y lugar y la aparente dualidad aparece como un juego de la mente para que se dé esta rica y bella comunicación de uno a través de la diversidad.
Lo que si podemos hacer es redirigir la atención hacia los pensamientos que valen la pena, los que nos aportan una vibración más alta y nos benefician, nos permiten crecer, nos aportan novedad y creatividad en nuestro día a día. Y si aún no los podemos encontrar o van surgiendo a cuentagotas es porque antes hay que borrar de nuestro disco duro aquellos que no nos interesan.
Los pensamientos son energía pura y podemos ver como nos estan transmitiendo una emoción al instante. Darse cuenta de esa conexión es vital. Desde ahí, también podemos reconocer ese tipo de pensamientos que nos hacen literalmente vibrar con algo de verdad y nos acercan a la experiencia directa de sentir. Estos van alineados con la experincia de unidad de la cuál formamos parte.
Somos cocreadores de cada instante de nuestras vidas, de ahí que podemos decidir que pensamientos seguir y cuales no. Es un proceso, pero podemos empezar por darnos cuenta como creamos nuestro mundo a través de los pensamientos pero también a través de nuestros sentidos que proyectan este mundo que tenemos delante de nosotros. Tenemos la capacidad real de dejar de seguir tanto esa parte egoica y dejarnos guiar más por el sentir. Darnos cuenta que los sentidos, los pensamientos y las emociones están totalmente entrelazados, y tanto lo están que son lo mismo. Eso ya es experiencia de unidad, ser conscientes de ello aunque pueda doler, molestar o aburrir. El integrador de todo lo que ocurre en esta experiencia del momento es la presencia.
